El injerto es una técnica de control de enfermedades de suelo muy difundida. En 1976-1977 comenzaron los primeros estudios sobre injerto. Llegaron noticias de plantas injertadas en Francia y Holanda resistentes a enfermedades del suelo. De 1977 a 1980 se probó con el injerto de tomate, que dio buen resultado, aunque no era resistente a enfermedades. Los estudios de pimiento y de melón fracasaron y sin embargo el injerto de sandía dio resultados espectaculares. Se dice que el injerto de sandía empezó en la década de 1920, empleando Cucurbita moschata como patrón.
En cuanto a la evolución de los portainjertos, la sandía es la especie más destacada. El “boom” del injerto de sandía se produjo cuando las casas productoras de semillas introdujeron los patrones híbridos (Cucurbita maxima x Cucurbita moschata) y el injerto comenzó a hacerse en semilleros profesionales. Este tipo de patrones sigue siendo prácticamente el único empleado en cucurbitáceas, aunque actualmente hay otros patrones.
Evolución de los métodos. En cucurbitáceas, el único método empleado en principio es el injerto de aproximación, en el que durante la fase de unión, las dos plantas, patrón y variedad, conservan su sistema radicular (Fig. 1). Otros métodos son el injerto de púa (Fig. 2), adosado (Fig. 3) y de empalme (Fig. 4).
Actualmente no hay un número de plantas injertadas definido. Según un estudio, en 2004 se sobrepasaron los 110 millones de plantas injertadas en España. La mayor parte en Almería, Murcia, y Comunidad Valenciana. Desde entonces, el número de plantas de sandía está estabilizado (unos 38 millones de plantas) y el de injertos de melón y pepino está creciendo. El mayor incremento se ha producido en solanáceas.
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