Al principio de nuestro cultivo de fresas, alrededor de un
mes después del trasplante, se identificó de forma visual lo que podría ser una
carencia de calcio. Las yemas foliares y florales mostraban los ápices
necrosados, a medida que las hojas crecían esta pequeña necrosis se
incrementaba. Las hojas más viejas se encontraban deformadas y retorcidas,
además de presentar los márgenes necrosados, síntomas típicos de la falta de
Ca.
El calcio es uno de los macronutrientes esenciales para las
plantas. Fundamental para su estructuración, resistencia, crecimiento celular,
funcionamiento de los de los meristemos, crecimiento de los ápices radiculares
y para las regulaciones enzimáticas (Barceló et al., 1984).
Tras la identificación de los síntomas se realizó un
análisis de suelo y foliar para intentar comprobar el diagnostico. El resultado
fue: un nivel alto de Ca en el suelo y normal en la hoja. Por lo tanto, de
acuerdo con los análisis, el Ca estaba presente tanto en el suelo como en las
hojas muestreadas, sin embargo, según los síntomas existía una carencia del
nutriente.
La absorción y transporte de Ca son procesos pasivos, es
decir se desplaza a través del apoplasto, arrastrado por la corriente de agua
que penetra en la planta generada por la transpiración. Esto hace que exista
una clara dependencia en la absorción de Ca frente a la transpiración, y aquellos
factores ambientales que repercuten en ésta (alta humedad, baja temperatura o
radiación, alta salinidad, etc), esto repercute en que las condiciones
ambientales afecten más intensamente la absorción de Ca que a otros elementos
(Barceló et al., 1984).
La única manera de mejorar la capacidad de traspiración de
la planta es con un buen manejo del invernadero. Durante los meses de invierno
nuestro cultivo de fresas ha tenido una baja radiación solar acompañada por una
alta humedad del invernadero. Formándose así una capa de aire húmedo e inmóvil
alrededor de la hoja. Capa que disminuyó la transpiración de la planta,
interfiriendo también en el desplazamiento del Ca en la misma.
Descubierto esto inconveniente tratamos de mejorar la
ventilación del invernadero. Abrimos las vandas laterales del invernadero,
proporcionando así una mayor circulación del air, en busca de un aumento en la
transpiración de la planta. Desde entonces no se ha identificado un incremento visual
de la carencia de calcio en el cultivo.
Bibliografía
Barceló J., Nicolás G., Sabater B., Sánchez R. (1984).
Fisiologia vegetal. 4 Edición. Ed. Pirámide. Madrid.
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